Sistemas escolares anacrónicos: producción en serie versus creatividad
Este lunes 27 de abril, El Mercurio publicó una carta de Mario Waissbluth, coordinador nacional de Educación 2020, titulada ¿Educación cívica en las escuelas?, cuyo contenido se enfoca en lo anacrónico de nuestro sistema educativo, cuyas técnicas y "métodos pedagógicos son más propios del siglo XIX, que del XXI".
En la misiva, Waissbluth menciona la importancia de que "los estudiantes trabajen en equipo, en torno a proyectos integrados, en que los profesores sean sus 'coach', y nos sus 'instructores, en que los verdaderos protagonistas de las aulas sean los alumnos".
Tal vez, para muchos de nuestros lectores, esto resulte algo extraño o desconocido, pero en la práctica, los sistemas educativos de la mayoría de los países aún mantiene las formas de enseñanza de hace 50 ó 60 años.
Esto es, básicamente, herencia de la Revolución Industrial, una época en la que se comenzaron a regular los sistemas educativos, cuyo objetivo era preparar a los trabajadores que luego estarían a cargo de las cadenas de montaje en las fábricas, donde se hacía lo mismo una y otra vez, durante muchas horas al día.
Siguiendo ese mismo patrón, se crearon escuelas y colegios en las que todos los niños repetían una y otra vez determinados conocimientos. Un proceso estandarizado y lineal, en el que se enseñaban las materias que se consideraban más útiles para la naciente economía industrial. Un modelo que, en términos generales, perdura hasta la actualidad.
El problema de lo anterior, es que nuestra realidad actual es radicalmente distinta a la de esa época, y los avances tecnológicos y científicos nos han transformado en una sociedad que se enfoca en la información y los servicios, cuyo motor son las ideas y la creatividad.
¿Qué debemos hacer?
Lo primero, es llegar al acuerdo de algo que ya ha sido comprobado en las últimas décadas: El ser humano no aprende repitiendo, de memoria, sino que haciendo, cuando nos emocionamos por algo.
Ken Robinson, uno de los mayores expertos en educación en el mundo, critica que en muchos centros educativos los alumnos se parezcan más a obreros que a estudiantes. Cuestiona la rigidez de los horarios, la separación de los alumnos por edades, la descompensación horaria de las materias y el hecho de priorizar el producto manufacturado, frente al talento y la creatividad.
Y es que a partir de la creatividad y el talento hacemos posible la diversidad. Para Ken Robinson dicha diversidad es uno de los activos más importantes que existen en la sociedad actual, ya que cuanto más creativos sean los niños, más posibilidades tendrán de autorrealizarse. Según el experto, la única forma de detectar talentos es hacer pensar a los alumnos de forma diferente.
Para Robinson, lo que importa no es lo que se enseña, sino cómo enseñan los profesores para que sus alumnos puedan aprender por sí mismos cuando, en un futuro no muy lejano, deban llevar a cabo actividades que ahora ni imaginamos que desarrollarán.
"Es muy fácil enseñar a leer y a escribir, pero como docentes no tenemos ni idea de cómo enseñar a ser creativos. Es por ello que debemos aumentar el tiempo que le dedicamos a preparar una sesión lectiva y bajar nuestra productividad en beneficio de la creatividad de nuestros alumnos. Cuanto más pensemos, más creativos seremos. Si los docentes somos creativos, entonces será muy fácil enseñar creatividad en la aulas, independientemente de las materias que se impartan", concluye el autor.
Para más información sobre este tema, les recomendamos los siguientes videos:
1. Programa "Redes" (España) - El sistema educativo es anacrónico.
2. Documental "La educación prohibida".
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